. Gabriel Camargo Salamanca, premio a su perseverancia: Promesa cumplida con DEPORTES TOLIMA...¿Vendrá el retiro?



Gabriel Camargo Salamanca, premio a su perseverancia: Promesa cumplida con DEPORTES TOLIMA...¿Vendrá el retiro?




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Por: Mario Alejandro Rodríguez

A sus 79 años, Gabriel Camargo Salamanca, el dirigente más longevo que tiene el fútbol colombiano, bien podría estar pensando en el retiro. A juzgar por sus propias palabras, el momento para tomar merecido descanso estaría cerca, toda vez que la promesa que se hizo y le remarcó a los hinchas del Deportes Tolima ya es una realidad. Y puede, si lo desea, marcharse con el pecho henchido de orgullo.

En una entrevista concedida al diario El Nuevo Día en 2013, y en palabras que ratificó al mismo rotativo hace apenas tres meses, Camargo fue enfático: Su anhelo era que los 'Pijaos' pudieran ganar tres títulos de liga como mínimo, y que su 'casa', el estadio Manuel Murillo Toro de Ibagué, estuviera por fin terminado. Y ambas condiciones, para su felicidad y la de toda la afición, se dieron. 

El empresario avícola que llegó en 1979 para invertir en el 'Vinotinto y Oro', que regresó en 1993 para salvarlo de las 'garras' de la Segunda División, que contra viento y marea consumó el sueño que estuvo represado por 49 años aquel 21 de diciembre de 2003 en Cali, y se consagró con la gesta del 9 de junio de 2018 en Medellín, por fin podrá decir que conquistó la tan esquiva Bogotá. 

Lo que se les escapó ese 18 de diciembre de 2016, justo en el cumpleaños 62 de la institución, cuando el entonces equipo del samario Alberto Miguel Gamero perdió frente a Independiente Santa Fe, lo recuperó en la tarde de este domingo, en una emocionante disputa ante uno de los gigantes de nuestro fútbol: Millonarios, que por las cosas de la vida tenía a este mismo entrenador al frente. 

Sí. Fue, casualmente, ante el equipo del 'Sonero', al que en diciembre de 2019 prácticamente le firmó un 'cheque en blanco' con tal de que se quedara. Pero los deseos de Gamero de asumir el reto con el equipo de sus amores, obligó al boyacense a buscarle pronto reeemplazo, y se la jugó con su más fiel discípulo y hechura: El ibaguereño Hernán Torres Oliveros, quien no defraudó su confianza. 

Una y otra vez el exsenador ha sacado pecho por los logros de su pupilo, al que en abril de 2007 le tiró la responsabilidad de dirigir a su equipo, y un año después (2008), cuando los resultados daban para buscar nuevas alternativas, lo respaldó contra todos y todo. El que lo llevó a una final impensada, que se marchó, triunfó y volvió, y a punta de trabajo silenció las críticas. Fue su apuesta, y la ganó.

Camargo Salamanca, el hombre de blancos y negros, nunca tonos grises. De temperamento fuerte, al que no le ha temblado la mano para vetar periodistas contrarios a sus posturas, que se ha enfrentado contra el establecimiento con tal de defender sus intereses, y el mismo que con sus polémicas políticas dirigenciales, para algunos insólitas, no ha tenido piedad para hacer valer su ley.

Pero también el veterano personaje que con su pecunio ha mantenido y mantiene viva la ilusión de miles de hinchas. Ese que transformó al humilde y querido 'Tolimita' a uno de los poderosos del FPC, con una sede deportiva que es ejemplo no solo a nivel nacional sino continental, y que tiene una de las estructuras más sólidas en materia de divisiones menores, solo golpeada por el COVID-19.

Hay hinchas que se aterran a imaginar un futuro sin el hombre que prácticamente les ha dado las más grandes alegrías, con sus aciertos y errores, con sus capacidades y falencias, con su sabiduría y, por qué no decirlo, con su ignorancia. Pero con este nuevo título en las vitrinas, es innegable que el fin de la era Camargo Salamanca se acerca y que el llamado a tomar la batuta sea su hijo, César.

Y cuando ello pase, tal vez, la idea de que el estadio lleve su nombre sea el mejor homenaje posible a su gestión. Porque, gusten o no sus formas, genere empatía o no su manera de llevar las riendas del club, sea en sí un proyecto privado con repercusión regional, hay una realidad inocultable: Hubo un antes y un después con la llegada de Gabriel. El amado, el odiado, pero ante todo, el ganador. 












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