. Editorial: Señores, ¡El título ya no es una opción, es una obligación!



Editorial: Señores, ¡El título ya no es una opción, es una obligación!




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Aunque cueste reconocerlo, los llamados a defender los colores del Deportes Tolima han traicionado la esencia del fútbol y el sentir del hincha. Como mercenarios pusieron precio a su esfuerzo y sus ambiciones y amenazaron hasta conseguir sus cuestionables objetivos. Porque hay que hablarlo sin eufemismos: Si se presentarán esta noche al campo de juego del Manuel Murillo Toro de Ibagué es porque les han prometido sumas insólitas por hacer su trabajo, cuando otros miles no tienen esa posibilidad. Como si no fuera suficiente motivación estar en la instancia más importante del fútbol profesional colombiano para condicionar el éxito al dinero...

Independientemente del resultado, de la relativa felicidad que pueda generar un nuevo título en las vistrinas, las sensaciones de cara a este choque no son ni serán las mismas. Las lamentables imágenes del grupo de jugadores abandonando el sitio de concentración sin darle la cara a la prensa ni a los aficionados, como si fuera un hecho en sí premeditado y no reaccionario, marcaron un punto de inflexión en esta amarga disputa. Y sí, es momento de decirle adiós a los romanticismos: Si había dudas de que los mueve el vil metal para luchar por la gloria, las mismas quedaron completamente despejadas y su profesionalismo quedó atado de por vida al pago de incentivos.

La gloria no se compra. Es una frase que retrata a la perfección la postura egoísta de un grupo al que, según se entiende, le pagan puntualmente su salario, por más de que las ínfulas y decisiones de su dueño, Gabriel Camargo Salamanca, al que desde este espacio se le ha cuestionado sin cesar, den pie para todo tipo de críticas sobre sus controvertidas políticas dirigenciales. Pero con este plantel o con otros, con sus capacidades o sin ellas, el dirigente -como nadie- ha conseguido lo que le ha sido esquivo a clubes de más de 70 años. Y les guste o no, seguirá estando en el cargo hasta el fin de sus días, mientras quienes dicen llamarse profesionales redujeron su palmarés a unos billetes.

Predecible será que después de estas líneas, y con el 'periódico del lunes', los mismos jugadores saldrán en sus redes sociales a sacar pecho por su consagración, si es que se da. Y buscarán mil maneras de dejar en claro que como trabajadores tienen derechos y que el 'Senador', como suelen llamarlo, se negó una y otra vez a concertar las bonificaciones que tanto los desvelan. Eso ya lo sabemos. Pero no hay vuelta atrás, de este ridículo no se vuelve, porque todo el país vio cómo a solo horas del partido más esperado en los últimos tres años para la institución la decisión fue la de hipotecar las ilusiones de millones de corazones a la firma de un cheque. Ni más ni menos. 

Duele aún más que jugadores que los históricos, esos que en Medellín plasmaron una de las hazañas más grandes en más de siete décadas de historia del torneo rentado, se hayan prestado -y quizá liderado- este parapeto. Mancharon, de forma indeleble, el recuerdo que la gente tenía sobre ellos tras aquel 9 de junio de 2018, aunque como dicen en las redes 'eso no pagará la universidad de sus hijos'. Porque la 'retahila' de excusas para este bochorno la tendrán clara: Que es una carrera corta, en comparación con otras; que ganan menos que sus colegas en otros clubes por conquistar títulos; y que con Camargo Salamanca, en síntesis, siempre es la misma historia. Y habrá quien se crea todo eso.

Toda esta diatriba no excluye, por supuesto, que al dueño del club también lo mueven los números y que por años se ha visto muy beneficiado por el sudor ajeno, que en múltiples oportunidades su afán ha sido la taqulla, el patrocinio, la transferencia. Pero con estas actitudes es cuando queda revalidada su máxima: Para un club como este, ser campeón es un complique, pues encarece la nómina y vuelve insostenibles, al menos desde el punto de vista monetario, los proyectos deportivos que tanto le ha costado construir. Porque los jugadores se van, conformes o no, tras una estancia en la 'tribu', y quien ha quedado al frente, con sus virtudes y sus demonios, siempre ha sido el mismo peculiar sujeto.

Sépanlo: ¡El título ya no es una opción! Al contrario, es toda una obligación para una divisa que exigió premios y se los darán, para esos jugadores que querían engrosar sus cuentas bancarias sin importar a aquellos pobres mortales que se creyeron esa linda historia de 'la casaca por encima de todo', y que esperaban con ilusión esta nueva cita con el destino. Igual, el daño está hecho: Si ganan, la imagen que pesará por siempre es que lo intentaron más por la plata que por una satisfacción genuina del ser, y si pierden darán pie a lo que siempre se ha dicho por años sobre el 'Vinotinto y Oro' y sus falencias en este tipo de lides. Así que está en ustedes, si quieren, salvar un poco su honor.












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