Editorial: DEPORTES TOLIMA y la antítesis del fútbol colombiano




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No hay que escarbar demasiado para decir que el 2017 fue un año bastante convulsionado en el banquillo técnico del Deportes Tolima. Entre enero y agosto pasaron un total de cinco entrenadores, cuatro de ellos en propiedad, y solo uno logró consolidarse: El samario Alberto Miguel Gamero, quien está próximo a cumplir dos años y dos meses desde su exitoso regreso.

Ni el uruguayo Gregorio Pérez, ni el argentino Óscar Héctor Quintabani, ni José Eugenio 'Cheché' Hernández, ni mucho menos Carlos César Castro, pudieron mantenerse como timoneles de la 'tribu', que tuvo que 'repatriar' al técnico que lo hizo nuevamente campeón después de una larga sequía. Y con resultados por demás óptimos.

Desde su retorno, el estratega de los 'Musicales' ganó la Liga Águila 1 2018, en lo que significó la segunda estrella para el club en 64 años de historia. Se metió a cuatro instancias semifinales, de cuatro posibles, disputó después de seis años la Copa Conmebol Libertadores, sin ir a fase previa, y estuvo en la Copa Sudamericana tras dos temporadas.

Gamero, junto al boyacense Diego Corredor, orientador de Patriotas de Tunja, es el único que ha estado de manera ininterrumpida en las últimas dos temporadas. El resto de elencos cambió de entrenador al menos una vez, siendo Atlético Bucaramanga el club con más adiestradores en ese tiempo: Un total de siete, cifra a todas luces ridícula para un plantel que sueña con dejar huella en la A.

Sin duda, el 'Vinotinto y Oro' es un equipo de procesos, que intentó encontrar en ese agitado año un reemplazo idóneo para el samario. Pero que al no hallarlo, apostó por quien supo amoldarse al la perfección al modelo de la institución, no solo desde el punto de vista deportivo sino dirigencial: Con un único dueño en la práctica, acostumbrado a quitar y a poner sin oposición alguna. A decir y hacer sin titubeos.

Es lamentable ver en lo que se ha convertido el rentado criollo. En 12 jornadas de la Liga Águila 2 2019 han salido 10 técnicos: Es decir, el 50% de los clubes optaron por 'barajar' de nuevo y mirar otras posibilidades para curar esas urgencias, producto de un cúmulo de improvisaciones. Sobre todo aquellos que están comprometidos con salvarse a toda costa del 'infierno' de la B y que solo viven del brillo del triunfo.

Patricio Camps (Santa Fe), Pablo Garabello (Cúcuta), Luis Fernando Herrera (Huila), Óscar Upegui (Jaguares), Humberto Sierra (Equidad), Alexis Mendoza (Medellín), Hernán Torres (Bucaramanga), Pedro Sarmiento (Unión Magdalena) y Eduardo Lara (Envigado) se fueron por malos resultados. O tal vez ante el desespero de los dirigentes de obtener victorias de forma rápida para zafarse de sus urgencias. A ellos se suma Alexis García (Pasto), según él por problemas personales.

Si hay algo que abonarle al presidente y dueño del club tolimense, Gabriel Camargo Salamanca, es que se la ha jugado por un profesional al que no se le puede cuestionar su deseo incansable de trabajar, de reinventarse, y que además le sabe llevar la idea. Que poco protesta sus decisiones y que aparte lo ha llevado a ganar en los últimos cinco años -por lo sumo- más de 12 millones de dólares en venta de jugadores, con la transferencia de 10 futbolistas.

Es claro: El cuadro de la 'Tierra Firme' es la antítesis del fútbol nacional, cada vez más inestable, volátil. Porque cabe aclarar que la primera era de Gamero no terminó por su mala gestión, sino por la jugosa propuesta de Junior por quedarse con sus servicios. Sino sería un lustro al mando de un 'barco' al que ha llevado a buen puerto.

De hecho, el entrenador tiene el récord de haber visto caer a más timoneles desde su retorno: Nueve en total, tras sufrir reveses con su divisa. Cinco de ellos, incluso, fueron licenciados o renunciaron luego de perder ante los de Ibagué, tres de ellos en el presente torneo. Pero no es algo que enorgullezca de ningún modo a un hombre que se ha puesto en el 'pellejo' de sus colegas y ve cómo no tienen ese espaldarazo para laborar.

Probable es que el actual sea el último de Gamero en la 'tribu'. Que se acerque el final de la época más gloriosa en la institución, ojalá con un nuevo trofeo en las vitrinas. Es evidente que hay una sensación de ciclo cumplido en el adiestrador, afanado en dirigir en el exterior, pero en la mira de un importante equipo de la capital. Por ello, solo resta disfrutar de su estadía y rogar para que en el día de su adiós haya alguien que -esta vez sí- llene las expectativas.











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