Editorial: El enemigo está en casa




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Es una verdad de a puño, que no está infundada en versiones malintencionadas ni en odios personales. El Deportes Tolima NO tiene gerente deportivo, pese a que Ricardo Salazar, fiel servidor del presidente Gabriel Camargo presuma serlo y cobre por ello. Ante las dudas de quienes nos acusan de enemigos, la Dimayor el miércoles pasado se encargó de darle mayor peso a nuestra afirmación, cuando castigó drásticamente la incompetencia del dirigente.

La no inscripción del defensor Frank Lozano ante el ente rector del fútbol colombiano ocasionó que el onceno tolimense perdiera un punto en la Copa Postobón (conseguido ante el Deportivo Pereira) y fuera multado con dos millones 947 mil 500 pesos por su utilización. La responsabilidad de semejante descuido radica en quien es el delegado de la competición, el mencionado gerente, que en otras ocasiones ha reflejado desconocimiento de las normas básicas que rigen su trabajo.

Reiteramos, esta historia no es nueva. La hemos contado ya en un sinfín de ocasiones y contextos diferentes y el final, por más que queramos ser optimistas y/o benévolos con el personaje siempre será el mismo. La ineptitud manifiesta de 'Pitirri' avergüenza a toda la afición del 'Vinotinto y Oro', que ve como su divisa (profesional sólo en el papel) queda en ridículo ante el país.

A quienes siguen nuestro blog les recordamos un editorial anterior, titulado '¡Pena ajena, Salazar!', en el que hicimos un extenso flasback de algunos de los monumentales errores que ha tenido como ejecutivo del Tolima, sin que su gestión sea mínimamente evaluada. Claro que a estos hechos hay que incluirle como 'adornos', el desplante que le hizo a la delegación de Once Caldas, al no enviarle a tiempo el bus para su desplazamiento en el encuentro que sostuvieron el pasado 17 de febrero en Ibagué y el escándalo en el que estuvo involucrado con Gerardo Vallejo, que lo acusó de presunto maltrato físico y verbal.

Con todo y ello Salazar no es cuestionado, ni criticado con severidad. Y consideramos que los hinchas fieles, que compran su abono o su boleta para apoyar al equipo deberían ejercer ese rol, más que nadie, porque son ellos quienes (en un determinado porcentaje) le pagan el sueldo a este señor, que en más de una ocasión los ha defraudado.

Consideramos que pedir su inmediato despido conllevaría a un esfuerzo inútil, pues como es de todos sabido, Salazar es el protegido de Camargo y su mejor cómplice a la hora de tomar determinaciones o mentirle a la opinión pública. Lo lógico sería que el gerente, consciente de sus múltiples y graves fallas renunciara por dignidad, y también por obvio respeto a los hinchas que se cansaron de su mediocridad.

Señoras y señores, el enemigo está en casa y no sólo como lo dicen algunos, por fuera de la institución. Y así como se nos juzga por decir lo que consideramos oportuno, pedimos que sean más rigurosos con quien maneja los recursos del club del que somos seguidores y que en consecuencia no se hace cargo de las decisiones que toma.











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